Una vez tuve una fiebre muy fuerte. Busqué al Señor y Él me dijo que simplemente leyera sobre sus milagros de sanidad en los Evangelios. Incluso me dijo que me olvidara de la doctrina y que sólo me centrara en su gracia, compasión y voluntad de sanar a los enfermos.

Profundizando en las Escrituras, pronto me encontré en presencia de mi sanador y dador de vida. Me bañé en su amor por mí y sólo vi su bondad y voluntad de sanarme, ya que Él sanaba a toda persona que acudía a Él en busca de sanidad. No pasó mucho tiempo antes de que la fiebre se fuera.

Amado, sin gimnasia espiritual, sino simplemente viendo a Jesús y su gracia en las Escrituras, puedes ser transformado a su semejanza - lo que incluye tener su vida de resurrección - inconscientemente y sin esfuerzo.