Trabajaba en una empresa de producción de cromo como chapista y soldador artesano. Un día, mientras realizábamos tareas de mantenimiento en el sistema de hornos, tuvimos que hacer reparaciones en una tubería. Retiramos una sección de la tubería para modificarla y la colocamos a unos 6 metros de distancia de la tubería principal en la que estábamos trabajando.

Yo fui el último artesano elegido para trabajar en el trozo de tubería retirado para su modificación. Antes de empezar la reparación, oré para que el Señor nos protegiera, porque la zona era conocida por las explosiones inesperadas que se producían en el sistema. Intenté terminar las modificaciones lo antes posible, pero cometí un error con el tamaño de la tubería y se lo comuniqué al capataz.

Recuerdo que le pregunté al Señor por qué su favor no fluía hoy y por qué cometí el error. En ese momento me vino a la mente Romanos 8:2. Mientras estaba ocupado, los miembros de mi equipo se trasladaron a donde yo estaba trabajando en la pieza de tubería y me ayudaron a terminarla. No había nadie en la tubería principal que estaba conectada al sistema.

De repente, se produjo una gran explosión en la tubería principal. Todo nuestro equipo que estaba cerca de la tubería principal fue desplazado metros más allá por la explosión y parte de él incluso se quemó. El Señor sabía lo que la explosión podría habernos hecho si hubiéramos estado allí. Entonces me di cuenta de que el Señor había permitido que se produjera el error para mantenernos a una distancia segura de la explosión.

En efecto, todas las cosas cooperan para el bien de los que están en Cristo. ¡Gloria a Dios!

Andre Malgas
udáfrica